“Querer es poder”. Esa es la máxima que persigue Sugoi Uriarte, Judoka de referencia en nuestro país, el llamado “hombre de hielo”. Su currículum (deportivo y académico) da vértigo y ha tenido muy claro siempre que una cosa no puede ser sin la otra. Es más, una cosa unida a la otra ha hecho probablemente que sea capaz de llegar donde ha llegado.
Practicó varios deportes desde muy pequeño e incluso llegó a jugar en las categorías inferiores del Alavés hasta que se decidió por el judo porque a pesar de ser un deporte individual “se entrena en equipo”. Cuando fue creciendo su madre y entrenador lo empujaron y apoyaron para que no dejara de compaginar sus estudios con su carrera deportiva. Y así lo hizo. De una forma admirable combinaba su día a día hacia la cita Olímpica de Londres 2012 con sus estudios en Ingeniería Técnica Electrónica y Superior de Organización Industrial. De hecho, el Consejo Superior de Deportes lo distinguió como el Mejor Deportista Universitario en 2009, justo el año en el que se proclama Campeón del Mundo. Que suceda eso no es casualidad.
En el mundo del deporte de alto rendimiento, hay una tendencia a pensar que a partir de cierto nivel hay que elegir entre estudios o deporte. Parece que si uno no se centra en uno de los dos, no podrá alcanzar el máximo nivel en ninguno de ellos. En el tenis específicamente, seguir con los estudios parece que “despista” del objetivo de convertirse en un jugador de primer nivel, pero eso no es exactamente así. Es más, hay casos que demuestran que es todo lo contrario; simplemente hay que ajustarse a la realidad y tener las expectativas adecuadas. Por ejemplo, Sugoi dice que estudiar le ayudaba a no tener tanta presión y a relativizar la competición. Utilizaba su faceta académica para mantener un equilibrio mental que le generaba un beneficio claro en el rendimiento. Para eso tuvo que estudiar algo que le gustaba porque ya era suficientemente duro tener que sacar tiempo para hacer otras cosas como para meterse en una carrera que no le motivara nada. Sugoi no era un estudiante especialmente bueno en el instituto, pero estudiar lo que le gustaba le hizo dedicarse con más “cariño” y aprobar el curso año tras año a la vez que entrenaba.
Como él dice: “Si entrenas 8 horas al día, comes durante 2 horas y duermes 8 horas, aún tienes 6 horas para formarte. Si le dedicas 2 a hacer otras cosas, te quedan 4, que no está mal”. La clave es estudiar lo que te gusta. Y si estás en el instituto y no puedes elegir, la clave es intentar sacarle gusto a lo que te toca estudiar. Igual que en los entrenamientos: puede que no nos guste ir al gimnasio pero sabemos que lo necesitamos para jugar mejor. Y ante eso podemos ir a regañadientes o ir contentos y disfrutarlo. Esa actitud depende de nosotros y sabemos que es la clave para mejorar.
Una de las estrategias que ha mostrado resultados una y otra vez es que, para que los jóvenes deportistas saquen lo máximo de su deporte, hay que tratarles como si no fueran a conseguir vivir de él. Hay que generar el entorno para que todo el esfuerzo que tengan que poner encima de la mesa lo hagan pensando en ellos mismos y no por terceras personas (incluidos los padres y los entrenadores) ni por ninguna razón extrínseca como dinero, fama o poder.
Por eso el papel de padre es tan importante, y así se ha visto en grandes referencias del deporte. Muchos padres se encuentran en la tesitura de tener que elegir entre los estudios y el deporte de sus hijos. Cuando el niño apunta maneras, de repente el corazón se llena de orgullo y muchos padres y madres, con la mejor de las intenciones, entienden que una exigencia académica puede lastrar el desarrollo deportivo de su hijo.
Puede darse el caso de que unos padres tengan en casa a ese deportista único que casi con toda seguridad va a llegar a lo más alto. Uno de esos talentos brutales que no ofrecen ni la más mínima duda. Entonces ¿qué deben hacer? Asegurar que se educa, que estudia y que se forma. Asegurar que saca del tenis todo lo que pueda para ser la mejor persona y el mejor profesional que pueda ser. Si el tenista es capaz de desarrollar todas esta habilidades y aplicarlas a su profesión (en este caso el tenis), lo que es seguro es que le sacará el máximo provecho a su talento y al final habrá conseguido darlo todo. Depende en gran parte del planteamiento de los padres el poder sacar el máximo provecho de la educación de sus hijos, acabe o no convirtiéndose en profesional del tenis. Es cuestión de que ser capaces de generar el entorno adecuado para que esto pase.
A nadie se le escapa que cuando sucede esto hay a la sombra un entrenador que es capaz de conseguir que un estudiante termine sus estudios, que luche por lo que quiere con valentía, que sea capaz de superarse y que a través del deporte (sea cual sea) consiga ser un mejor estudiante y, en consecuencia, un mejor profesional. No es casualidad que extraordinarios deportistas sean disciplinados y brillantes estudiantes. De hecho es una consecuencia ya que entrenan, entrenan y entrenan desarrollando su grit, el cual luego pueden aplicar en otros ámbitos de su vida.
Angela Duckworth lo ha estudiado con mucho detenimiento y tiene claro que para cultivar el grit no hay mejor camino que el deporte, ya que éste implica superación, esfuerzo, coraje, valentía, fuerza, trabajo, superación, paciencia, determinación y fuerza de carácter. Y eso es lo que luego se lleva a la vida misma.
El mundo profesional y laboral exige altas dosis de preparación y es ahí donde el deporte, y los entrenadores, juegan un papel fundamental. Supone ser partícipe de un fenómeno sin igual: el de transformar personas para que sean mejores deportistas y mejores estudiantes. Para que logren lo que realmente quieren a través del deporte, en una cancha de baloncesto, en un tatami o en una pista de tenis.
Al terminar la carrera universitaria, Sugoi se ha incorporado a un proyecto de investigación para estudiar el impacto de la biomecánica en los golpes de judo. Está aplicando su conocimiento en mejorar su deporte y probablemente mejorar su propio rendimiento. Pero no hace falta ser ingeniero para ver cómo tener cierto nivel educativo nos puede ayudar.
El mundo del deporte está repleto de magníficos ejemplos como el de Sugoi. El entendió que complementar el deporte y su desarrollo académico era la mejor opción para obtener la mejor versión de sí mismo, a todos los niveles. Que no podía poner su energía sólo en una parte. Entendió que es un arma extraordinariamente potente para desarrollar habilidades y competencias, para potenciar su actitud emprendedora, para mejorar -las tan necesarias- habilidades de comunicación y expresión, aptitudes de liderazgo, habilidades sociales, capacidad de trabajo en equipo, etc. Y por supuesto para experimentar y vivir sensaciones que dejan un gran poso, como por ejemplo la ira y la frustración cuando se pierde. Entendió que su carrera deportiva es parte de su carrera profesional y que, además, todo lo que ha ”entrenado” en una le servirá y mucho para la otra
Sugoi dice que lo que le ha ayudado a conseguir metas deportivas ha estado tanto en el tatami como fuera del él. En el mundo del tenis, lo que ayuda a sacar lo máximo del talento está tanto en la pista como fuera de ella. Educarse no es una opción, si no que es algo imprescindible , tanto en el ámbito académico como en el formativo como persona y cuanto mayor capacidad hay de incorporarlo a la realidad deportiva, mucho mejor irá dentro y fuera de las pistas.
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